Sobre un antiguo pajar de principios del siglo XX se levantó este alojamiento rural de decoración rústica en una pequeña aldea de doscientos habitantes del valle del Oja. Construido con piedra, adobe enlucido y madera, ofrece a los huéspedes seis habitaciones dobles con baño, además de dos salones de estar -uno de ellos con hogar- y terraza. A sólo dos kilómetros se encuentra la villa de Ezcaray.